Bildu ha incluido en sus listas electorales a etarras, a pesar de haber cometido delitos de sangre y sembrado el terror en España durante décadas. Más de una treintena de ellos fueron clave en atentados de ETA; de hecho, siete de ellos fueron condenados por delitos de sangre. Esta inclusión en las listas ha causado la indignación de las víctimas de la banda terrorista que aún recuerdan entre lágrimas a sus familiares. Este es el caso de Manuela Lancharro, cuyo hermano fue asesinado por el Comando Madrid. «Mataron a mi hermano con 21 años y ahora se presentan a las elecciones, ¿cómo los asesinos pueden gobernar?», se pregunta en una entrevista con OKDIARIO en la que recorre el lugar donde su hermano fue asesinado.
El atentado ocurrió el 14 de julio de 1986 en la plaza de la República Dominicana (Madrid). Eran las 07:30 de la mañana cuando un autobús con una veintena de guardias civiles salía del cuartel de la calle de Príncipe de Vergara para ir al monte donde los jóvenes hacían sus prácticas. Sin embargo, este fatídico día de verano, no llegaron al lugar. Los etarras José Ignacio de Juana Chaos y Antonio Troitiño les esperaban con una furgoneta bomba plagada de explosivos ocultos en ollas a presión y papel higiénico. A la llegada del convoy de los guardias civiles a la plaza, ambos pulsaron el botón de detonación y las bombas estallaron. «Trotiño llegó a decir que iba a detonar los explosivos aunque pasara por ahí su padre», explica con indignación Manuela, la hermana de uno de los fallecidos.
El autobús de los agentes saltó por los aires y 12 guardias civiles perdieron la vida en el acto. «Les vi decapitados, fue horrible, también hubo heridos entre los civiles, dejaron todo destrozado», recuerda Almudena, la portera del bloque de pisos de la plaza de la República Dominicana número 8 que fueron los inmuebles más cercanos al atentado. También recuerda cómo los explosivos la despertaron y cómo la onda expansiva hizo volar a los vecinos que se encontraban desayunando en las terrazas de la zona. Asimismo, cuenta que hubo numerosos coches calcinados y que los propios terroristas estuvieron semanas antes por la zona ensayando el atentado.
Desgraciadamente, este brutal suceso truncó la vida de Antonio Lancharro a sus 21 años. Nacido en un pueblo de Guadalajara, Lancharro había conseguido su sueño: ser guardia civil. «Nunca tuvo miedo de pertenecer al Instituto Armado, quería dedicar su vida a ayudar a los demás», cuenta su hermana Manuela en una conversación con OKDIARIO. Entre lágrimas y sonrisas, Manuela recuerda a su hermano, con quien pasó los momentos más bonitos de su vida hasta que ETA decidió arrebatárselo.
La noticia del atentado le llegó a su familia por la megafonía de El Corte Inglés donde se encontraban en ese momento. A ella le dio un ataque de ansiedad y a su familia le cambió la vida para siempre. «Mi madre se enteró cuando vio las cajas», recuerda. Casi 40 años después, el dolor permanece en su casa. «Mi hermano sigue vivo, siempre le recordamos, siempre le dejamos su hueco en la mesa y brindamos por él», asegura.
Si bien su hermano se fue para siempre, los etarras que le asesinaron están en libertad. Por paradójico que parezca, el principal autor, José Ignacio de Juana Chaos, está viviendo tranquilamente en Venezuela tras cumplir una pequeña condena. Antonio Troitiño también ha tenido el mismo destino tras haber cumplido condena. «No se merecen el aire que respiran, deberían estar toda su vida en la cárcel», asegura con indignación Manuela Lancharro.
Al dolor de las víctimas de la banda terrorista se une esta semana la indignación por las listas electorales de Bildu. El partido político liderado por Arnaldo Otegi ha incluido en sus listas a etarras. Tras sembrar el terror durante décadas en España y destrozar familias, los etarras se presentan a las elecciones pudiendo así optar a un sueldo público desde un cargo institucional. «Es aberrante», zanja Manuela Lancharro, que lleva casi 37 años llorando la pérdida de su hermano.
El autobús de los agentes saltó por los aires y 12 guardias civiles perdieron la vida en el acto. «Les vi decapitados, fue horrible, también hubo heridos entre los civiles, dejaron todo destrozado», recuerda Almudena, la portera del bloque de pisos de la plaza de la República Dominicana número 8 que fueron los inmuebles más cercanos al atentado. También recuerda cómo los explosivos la despertaron y cómo la onda expansiva hizo volar a los vecinos que se encontraban desayunando en las terrazas de la zona. Asimismo, cuenta que hubo numerosos coches calcinados y que los propios terroristas estuvieron semanas antes por la zona ensayando el atentado.
Desgraciadamente, este brutal suceso truncó la vida de Antonio Lancharro a sus 21 años. Nacido en un pueblo de Guadalajara, Lancharro había conseguido su sueño: ser guardia civil. «Nunca tuvo miedo de pertenecer al Instituto Armado, quería dedicar su vida a ayudar a los demás», cuenta su hermana Manuela en una conversación con OKDIARIO. Entre lágrimas y sonrisas, Manuela recuerda a su hermano, con quien pasó los momentos más bonitos de su vida hasta que ETA decidió arrebatárselo.
La noticia del atentado le llegó a su familia por la megafonía de El Corte Inglés donde se encontraban en ese momento. A ella le dio un ataque de ansiedad y a su familia le cambió la vida para siempre. «Mi madre se enteró cuando vio las cajas», recuerda. Casi 40 años después, el dolor permanece en su casa. «Mi hermano sigue vivo, siempre le recordamos, siempre le dejamos su hueco en la mesa y brindamos por él», asegura.
Si bien su hermano se fue para siempre, los etarras que le asesinaron están en libertad. Por paradójico que parezca, el principal autor, José Ignacio de Juana Chaos, está viviendo tranquilamente en Venezuela tras cumplir una pequeña condena. Antonio Troitiño también ha tenido el mismo destino tras haber cumplido condena. «No se merecen el aire que respiran, deberían estar toda su vida en la cárcel», asegura con indignación Manuela Lancharro.
Al dolor de las víctimas de la banda terrorista se une esta semana la indignación por las listas electorales de Bildu. El partido político liderado por Arnaldo Otegi ha incluido en sus listas a etarras. Tras sembrar el terror durante décadas en España y destrozar familias, los etarras se presentan a las elecciones pudiendo así optar a un sueldo público desde un cargo institucional. «Es aberrante», zanja Manuela Lancharro, que lleva casi 37 años llorando la pérdida de su hermano.
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