Juan Atarés Peña era General de Brigada de la Guardia Civil. Vivía en Pamplona cuando el 23 de diciembre de 1985, dos miembros de ETA lo abordaron cuando se dirigía al Cuartel a felicitar la Navidad a los guardias civiles. Le dispararon tres tiros por la espalda y lo remataron en el suelo. Las heridas sufridas le provocaron la muerte en el acto.
El General no llevaba escolta, la había rechazado en numerosas ocasiones, a pesar de que ETA había intentado atentar contra él en otras cuatro ocasiones. “Mi padre siempre decía que si lo iban a matar que lo mataran solo, que no se llevaran a nadie por delante con él” recuerdasu hija Matilde. La familia del General no supo de las intentonas fallidas de la banda hasta que la Guardia Civil detuvo al comando Nafarroa.
La viuda del General, llegó al lugar del atentado y encontró el cuerpo de su marido en medio de un charco de sangre. Tuvo la fuerza de arrodillarse y darle un último beso. “A partir de ese momento te cambia la vida y ETA nos la destrozó” dice Matilde que durante mucho tiempo no pudo perdonar lo ocurrido. “Mi madre y gran parte de la familia perdonaron pero yo sentía odio por todos los vascos y navarros. Luego, son el tiempo, me di cuenta que hay que perdonar. No por los asesinos sino por nuestra tranquilidad”.
Aquellas Navidades fueron muy tristes para toda la familia, recuerda Matilde, pero el tesón de su madre consiguió que la víspera de Reyes fuera, como lo había sido siempre un día especial. “Volvimos a cantar villancicos. Mi padre no hubiera querido fastidiarnos nunca la Navidad”. Aquellos Reyes, los hijos del General Atarés abrieron los regalos que su padre, con mucho, cariño les había hecho.
Matilde Atarés lamenta que ni el asesinato de su padre, ni ningún otro crimen de los cometidos por ETA, hayan servido para nada más que para destrozar cientos de familias.
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