Imágenes del atentado contra dos guardias civiles de tráfico en Estella (Navarra). |
Treinta y cuatro años después de que ETA asesinara en Estella (Navarra) mediante un coche bomba cargado con 25 kilos de amonal y 40 de metralla con acero a los guardias civiles de tráfico José Antonio Ferri Pérez y Antonio Fernández Álvarez, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha pactado con Bildu expulsar a toda la Guardia Civil de las carreteras de la Comunidad Foral.
Así, Sánchez ha culminado el trabajo que comenzó la banda terrorista mediante explosivos y tiros -en total, asesinó a 14 guardias civiles en Navarra-, y ha terminado pactando son sus herederos transferir la competencia de Tráfico y Seguridad Vial en Navarra a la Policía Foral antes del próximo 31 de marzo de 2023, a cambio de su apoyo a los Presupuestos.
El 21 de agosto de 1988, José Antonio Ferri Pérez y Antonio Fernández Álvarez se disponían a arrancar su jornada de trabajo en la localidad navarra de Estella a primera hora de la mañana. El primero, natural de Ibi (Alicante) llevaba dos años destinado en Navarra, estaba casado y tenía tres hijos de 10, ocho y tres años, mientras que el segundo, nacido en Salamanca, llevaba ya más de una década en Estella, con su mujer y sus dos hijos de 10 y seis años. Los agentes tenían 34 y 36 años, respectivamente.
A las siete y media de la mañana de ese día de verano, un vehículo Seat con matrícula de Bilbao estacionado en un paso de cebra a la altura del número 47 del Paseo de la Inmaculada explotó al paso de una patrulla de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil. José y Antonio murieron en el acto.
Sus cuerpos quedaron totalmente calcinados dentro del coche. Estaban tan adheridos a los asientos que su extracción se prolongó durante más de dos horas y los equipos de emergencia que se encontraban en la escena del crimen tuvieron que utilizar equipos cortachapas para sacarlos, según relatan las crónicas de la época.
La onda expansiva del coche bomba afectó también a la joven de 24 años María del Puy García Michelena, así como a uno de sus bebés gemelos, de apenas dos meses de vida. Mientras se encontraba preparándoles el biberón en su casa, ambos sufrieron heridas leves por cortes de cristales.
La conmoción en Estella fue total. Pocos días antes de su asesinato, ambos agentes habían participado en una complicada operación de salvamento en el transcurso de un incendio, lo que aumentó si cabe la indignación ciudadana. Al día siguiente, unas 5.000 personas salieron a la calle a manifestarse por el atentado.
Además, el Ayuntamiento de Estella acordó por unanimidad destituir al concejal de Herri Batasuna Patxi Lage de la presidencia de la Comisión de Sanidad y Medioambiente por negarse a condenar el asesinato.
«Estamos hartos de tener miedo y nos sentimos orgullosos junto con el pueblo de Estella de ser los primeros en adoptar esta medida y queremos dar ejemplo a todo el mundo», manifestó tras tomar esta decisión la alcaldesa de la localidad, Rosa López.
Las banderas oficiales de Navarra ondearon aquel día a media asta en memoria de los dos guardias civiles de tráfico asesinados. Este fue el primer atentado que perpetró ETA en Estella, la localidad donde diez años más tarde se firmaría el llamado Pacto de Estella, con el que el PNV traicionó al conocido como Espíritu de Ermua bajo el que se había conjurado toda la sociedad española para acabar con ETA tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco.
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