Así es la calaña de los socios de investidura de Pedro Sánchez.
El ejemplo más claro de que el presidente del Gobierno socialcomunista está encamado con lo peor de cada casa lo conforma la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua.
El 1 de julio de 1997 era liberado sobre la campana el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, secuestrado por la banda terrorista ETA desde principios de 1996.
Y es que Aizpurua ocupaba por aquel entonces el puesto de redactora jefe y editorialista del periódico Egin, un panfleto vinculado directamente con ETA.
Según apunta la Guardia Civil después de examinar una jugosa documentación incautada a los terroristas, los pistoleros del comando etarra que tenían secuestrado a Ortega Lara esperaban las órdenes de los máximos responsables de ETA en cuanto al futuro del funcionario de prisiones.
Y el modo de hacerles llegar las mismas estaba perfectamente pactado. Esa comunicación sería recibida a través de Egin, el periódico donde la hoy socia de Pedro Sánchez tenía mando en plaza.
Por supuesto, el mensaje a transmitir iba perfectamente disimulado y prácticamente imposible ni de descubrir ni de descifrar, tal y como comentan los expertos de la Benemérita en la lucha antiterrorista:
Los miembros del comando tenían que leer en la sección de anuncios del diario Egin y si en la misma figuraba alguno de los mensajes (encriptados) señalados, debían cumplir las órdenes que figuraban junto a los mismos, emanadas de la dirección de ETA: o poner en libertad (‘Txoria askatu’) o disparar (‘Txoria bota’) al secuestrado.
VÍNCULOS CON LA BANDA TERRORISTA
Mertxe Aizpurua, nacida en el municipio guipuzcoano de Usúrbil el 18 de enero de 1960, tiene tras de sí una larga e indeleble relación con el entorno de ETA.
Ya en octubre de 1984 la Audiencia Nacional condenó a la hoy portavoz de Bildu a un año de prisión por apología del terrorismo y le prohibió trabajar como periodista durante el tiempo de la condena.
La pena se produjo por publicar en la revista Punto y Hora. en septiembre de 1983, un editorial titulado ‘Por los gudaris de ayer y de hoy’ y una entrevista con el hermano de un terrorista fallecido mientras manipulaba una bomba en la localidad navarra de Tafalla.
Seguidamente pasó a trabajar en Egin donde, oficialmente, hacía las labores de redactora jefe y editorialista, si bien solía señalar a la banda objetivos a seguir.
Tras la desaparición de Egin, fue fundadora de otro medio de comunicación proetarra, el diario Gara, del que fue directora entre 1999 y 2004.
En junio de 2001 fue interrogada por el que fuera juez estrella de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, después de que Gara publicara una entrevista con dos líderes de ETA. El caso contra Aizpurua fue desestimado finalmente en marzo de 2004.
Y hasta se atrevió en el mundo literario, si es que puede llamarse de esa manera su libro. Se trata de ‘Argala. Pensamiento en acción. Vida y escritos (2018)’, una biografía del líder de ETA que estuvo implicado en el asesinato del presidente del Gobierno Luis Carrero Blanco.
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