Con un breve comunicado emitido en la tarde ayer, la diócesis de Bilbao hizo pública la decisión del obispo Mario Iceta de suspender a Mikel Azpeitia de su condición de párroco de la localidad vizcaína de Lemona después de que éste relativizara los atentados de ETA en el documental «Bajo el silencio» de Iñaki Arteta que llegará a las pantallas españolas el próximo martes.
De esta manear finalizaba una polémica que ha vuelto a poner de manifiesto la labor encubridora y el blanqueamiento moral que la Iglesia en el País Vasco ha realizado durante décadas en relación al terrorismo etarra. Además de las innumerables menciones a lo largo de miles de sumarios judiciales de atentados al soporte práctico que muchas parroquias en esta región otorgaron a los terroristas está la justificación moral de los asesinatos que desde los púlpitos se realizó desde el principio y que, como las declaraciones del párroco de Lemona han demostrado, no son cosa del pasado
Previamente el ya ex párroco había pedido perdón a las víctimas por sus «desafortunadas» palabras y se había comprometido con el obispo a «seguir trabajando por la paz y la reconciliación». Poco después el Obispado de Bilbao difundió un primer comunicado en el que informaba de que el sacerdote había mostrado su arrepentimiento y se había puesto «a la entera disposición del obispo», Mario Iceta, para que éste «realizará las consultas oportunas antes de tomar las decisiones que estime oportunas».
En cuestión de unas horas llegaba la noticia de que, tras mantener una reunión con Azpeitia a la que también asistió el obispo auxiliar Joseba Segura, Iceta tomaba la decisión de «retirarle todos los oficios eclesiásticos que venía desempeñando». El Consejo Episcopal de la Diócesis de Bilbao ya había rechazado las declaraciones del ex párroco por humillación a víctimas de ETA y le había desautorizado, por lo que tendría que asumir «las consecuencias legales» que se derivaran de sus declaraciones.
Todo esto sucedía después de que la Asociación Dignidad y Justicia (DyJ) presentara en la Audiencia Nacional una querella contra el sacerdote al estimar que sus declaraciones en el documental «Bajo el silencio» justifican el terrorismo de ETA y humillan a sus víctimas. Calificaban la intervención de ocho minutos del párroco de «nauseabunda y gravísima», e instaba a la Conferencia Episcopal a que suspendiera de manera inmediata a este sacerdote de todas sus funciones relacionadas con la iglesia porque «los valores religiosos no son compatibles con el terrorismo».
El Consejo Episcopal de la Diócesis de Bilbao ha dejado claro que las declaraciones del presbítero que aparecen en el documental «en modo alguno reflejan la posición de esta diócesis ni del clero diocesano sobre los temas abordados». «Lamentamos profundamente y pedimos perdón por el dolor que estas declaraciones pueden ocasionar en quienes sufrieron la violencia terrorista, que atenta contra la dignidad de la persona, embrutece a la sociedad y siempre constituye un mal y una injusticia que nunca puede ser justificada», dijo la Diócesis.
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