Muñoa (62 años) salió de la cárcel de Córdoba este pasado domingo por la mañana. Ya por la tarde fue recibido en su pueblo como un héroe, con pancartas y al son de una txalaparta, instrumento de percusión típico del País Vasco. En ambos momentos, en Córdoba y en Éibar, Muñoa exhibió como un trofeo el último libro que ha escrito en la cárcel, en euskera, por supuesto, con un título casi conmovedor: Gure Ama-lur feminista da; algo así como 'Nuestra madre es una tierra feminista'.
Precisamente, la madre más famosa en relación con las hazañas de Ulloa Arizmendiarreta, Consuelo Garrido, feminista o no, ya está en la tierra. Chelo, como era conocida la madre de Miguel Ángel Blanco, falleció en Madrid el pasado 1 de abril de coronavirus.
Un par de semanas antes, el 12 de marzo, moría en Vitoria su marido, Miguel Blanco. El matrimonio reposa en el cementerio orensano de Faramontaos junto a su hijo Miguel Ángel. De Orense partió la pareja de emigrantes hasta Ermua y allí han vuelto con su hijo asesinado.
El chivato del secuestro
Miguel Blanco, un hombre prudente hasta decir basta, rompió su natural contención en el transcurso del juicio contra los asesinos de su hijo, cuando les gritó “Hijos de puta, cabrones, asesinos”. El juicio se celebró en 2003 en la Audiencia Nacional de Madrid. Allí estaban, entre otros, el famoso Txapote (Francisco García Gaztelu), su compañera Amaia (Irantzu Gallastegui Sodupe) y el mencionado Muñoa.
Ibon no apretó el gatillo, pero jugó el papel más vil: el de chivato. Exconcejal de Herri Batasuna en Éibar, el partido que con los años evolucionó hasta el actual Bildu, trabajaba en una tienda familiar, Repuestos Muñoa, desde la que veía cómo todas las tardes, a la misma hora, las 15:35, llegaba Miguel Ángel Blanco a la estación Ardanza, procedente de Ermua, y, unos minutos después, entraba en la gestoría donde trabajaba el concejal de 29 años.
Como el jefe de ETA, Kantauri, dio la orden a sus comandos de que debían 'levantar' (secuestrar) a un concejal del PP e Ibon Muñoa tenía milimétricamente controlado a uno, llamó a sus conocidos del comando Donosti. Fueron los que remataron el trabajo sangriento.
Muñoa, según quedó constatado en el juicio, lo preparó todo: entregó su coche para que los secuestradores dispusieran de él y las llaves de su piso, en el centro de Eibar, para que descansaran la noche del 8 de julio de 1997.
Les llenó el frigorífico y el depósito de gasolina, y la libreta con los croquis y los horarios del malogrado Blanco. Tan servicial fue que, como regalo, entregó 10 juegos de matrículas de coche falsas, troqueladas en el taller familiar, para que los terroristas dispusieran de ellas.
El secuestro, previsto para el 9 de julio, no pudo realizarse porque el concejal no llegó aquella tarde a Éibar. Ese día, Blanco se tomó libre media jornada. Se trasladó con la furgoneta de albañil de su padre a otro pueblo. Dio en un concesionario de Renault la señal para un coche nuevo. No sabía, claro, que no llegaría a estrenarlo.
Pareja terrorista y en la vida real
La operación terrorista se llevó a cabo el 10 de julio. Los etarras exigieron al Gobierno, entonces presidido por Aznar, el traslado, en 48 horas, de todos los presos de ETA a cárceles del País Vasco. Con el resultado conocido: ni el Ejecutivo estaba dispuesto a hacer tal concesión ni habría dado tiempo, por lo que Miguel Ángel Blanco recibió dos disparos en la cabeza, a cañón tocante, de manos de Txapote, tristemente célebre por ser el rey del tiro en la nuca.
Hubo un detalle, durante el juicio, que fue seguramente el que acabó rompiendo la resistencia de Miguel Blanco, razón por la cual profirió los insultos comentados más arriba. Pudo ser al escuchar cómo Ibon Muñoa, la noche del 8 de julio, de visita a los etarras que alojó en su piso, vio como éstos engrasaban con parsimonia sus 'pipas' (pistolas). Allí estaban los mencionados Txapote, Amaia y Oker (José Luis Geresta), quien unos años después aparecería muerto con un disparo en la cabeza, probablemente por suicidio.
Francisco García Gaztelu e Irantzu Gallastegui continúan cumpliendo condena en la prisión de Huelva. Pareja como terroristas y en la vida: tienen dos hijos. Al parecer, en junio representantes de Bildu estuvieron en la prisión de Huelva y también en la de Córdoba, donde Ibon ha estado 20 años encerrado.
Ibon Muñoa ha vuelto a Éibar. Allí viven familiares queridos de Miguel Ángel Blanco. A sólo unos kilómetros de esta localidad se encuentra Ermua. El taller de los Muñoa ya está cerrado. El exetarra estudió Periodismo en la cárcel. Podrá seguir escribiendo libros y pasear por la ciudad armera. De la familia Blanco Garrido ya sólo queda la hermana pequeña, Marimar, la exdiputada del PP.
***Miguel Ángel Mellado es autor de 'Miguel Ángel Blanco, el hijo de todos'.
Precisamente, la madre más famosa en relación con las hazañas de Ulloa Arizmendiarreta, Consuelo Garrido, feminista o no, ya está en la tierra. Chelo, como era conocida la madre de Miguel Ángel Blanco, falleció en Madrid el pasado 1 de abril de coronavirus.
Un par de semanas antes, el 12 de marzo, moría en Vitoria su marido, Miguel Blanco. El matrimonio reposa en el cementerio orensano de Faramontaos junto a su hijo Miguel Ángel. De Orense partió la pareja de emigrantes hasta Ermua y allí han vuelto con su hijo asesinado.
El chivato del secuestro
Miguel Blanco, un hombre prudente hasta decir basta, rompió su natural contención en el transcurso del juicio contra los asesinos de su hijo, cuando les gritó “Hijos de puta, cabrones, asesinos”. El juicio se celebró en 2003 en la Audiencia Nacional de Madrid. Allí estaban, entre otros, el famoso Txapote (Francisco García Gaztelu), su compañera Amaia (Irantzu Gallastegui Sodupe) y el mencionado Muñoa.
Ibon no apretó el gatillo, pero jugó el papel más vil: el de chivato. Exconcejal de Herri Batasuna en Éibar, el partido que con los años evolucionó hasta el actual Bildu, trabajaba en una tienda familiar, Repuestos Muñoa, desde la que veía cómo todas las tardes, a la misma hora, las 15:35, llegaba Miguel Ángel Blanco a la estación Ardanza, procedente de Ermua, y, unos minutos después, entraba en la gestoría donde trabajaba el concejal de 29 años.
Como el jefe de ETA, Kantauri, dio la orden a sus comandos de que debían 'levantar' (secuestrar) a un concejal del PP e Ibon Muñoa tenía milimétricamente controlado a uno, llamó a sus conocidos del comando Donosti. Fueron los que remataron el trabajo sangriento.
Muñoa, según quedó constatado en el juicio, lo preparó todo: entregó su coche para que los secuestradores dispusieran de él y las llaves de su piso, en el centro de Eibar, para que descansaran la noche del 8 de julio de 1997.
Les llenó el frigorífico y el depósito de gasolina, y la libreta con los croquis y los horarios del malogrado Blanco. Tan servicial fue que, como regalo, entregó 10 juegos de matrículas de coche falsas, troqueladas en el taller familiar, para que los terroristas dispusieran de ellas.
El secuestro, previsto para el 9 de julio, no pudo realizarse porque el concejal no llegó aquella tarde a Éibar. Ese día, Blanco se tomó libre media jornada. Se trasladó con la furgoneta de albañil de su padre a otro pueblo. Dio en un concesionario de Renault la señal para un coche nuevo. No sabía, claro, que no llegaría a estrenarlo.
Pareja terrorista y en la vida real
La operación terrorista se llevó a cabo el 10 de julio. Los etarras exigieron al Gobierno, entonces presidido por Aznar, el traslado, en 48 horas, de todos los presos de ETA a cárceles del País Vasco. Con el resultado conocido: ni el Ejecutivo estaba dispuesto a hacer tal concesión ni habría dado tiempo, por lo que Miguel Ángel Blanco recibió dos disparos en la cabeza, a cañón tocante, de manos de Txapote, tristemente célebre por ser el rey del tiro en la nuca.
Hubo un detalle, durante el juicio, que fue seguramente el que acabó rompiendo la resistencia de Miguel Blanco, razón por la cual profirió los insultos comentados más arriba. Pudo ser al escuchar cómo Ibon Muñoa, la noche del 8 de julio, de visita a los etarras que alojó en su piso, vio como éstos engrasaban con parsimonia sus 'pipas' (pistolas). Allí estaban los mencionados Txapote, Amaia y Oker (José Luis Geresta), quien unos años después aparecería muerto con un disparo en la cabeza, probablemente por suicidio.
Francisco García Gaztelu e Irantzu Gallastegui continúan cumpliendo condena en la prisión de Huelva. Pareja como terroristas y en la vida: tienen dos hijos. Al parecer, en junio representantes de Bildu estuvieron en la prisión de Huelva y también en la de Córdoba, donde Ibon ha estado 20 años encerrado.
Ibon Muñoa ha vuelto a Éibar. Allí viven familiares queridos de Miguel Ángel Blanco. A sólo unos kilómetros de esta localidad se encuentra Ermua. El taller de los Muñoa ya está cerrado. El exetarra estudió Periodismo en la cárcel. Podrá seguir escribiendo libros y pasear por la ciudad armera. De la familia Blanco Garrido ya sólo queda la hermana pequeña, Marimar, la exdiputada del PP.
***Miguel Ángel Mellado es autor de 'Miguel Ángel Blanco, el hijo de todos'.
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