Homenaje. Sevilla recuerda a las víctimas del terrorismo en varios puntos de la ciudad.
Homenaje a Alberto Jiménez Becerril y a Ascensión García Ortiz en la calle donde fueron asesinados. / M. Gómez |
Olivo de la Plaza de La Encarnación. / El Correo |
Sevilla es una ciudad que tiene memoria y que ni olvida ni quiere olvidar a las víctimas del terrorismo. Para honrar sus memorias se han rotulado glorietas y calles, se han pintado murales, se han inaugurado monolitos y hasta se ha plantado un olivo.
La Fundación Jiménez Becerril, que nació a raíz del asesinato del que fuera concejal del Partido Popular Alberto Jiménez Becerril y de su esposa, la procuradora Ascensión García Ortiz, el 30 de enero de 1998 en la sevillana y céntrica calle Don Remondo, ha sido la impulsora de los rincones de la memoria y de la libertad a todas las víctimas del terrorismo. En junio de 2013 se pintó un mural en el colegio público San Juan de Ribera, que, a pesar del paso del tiempo, sigue presidiendo una de las paredes de este centro escolar del Polígono San Pablo.
En marzo de 2014 se abrió otro espacio en la plaza de la Encarnación, donde se colocó una placa y además se plantó un olivo. Posteriormente, en diciembre de 2015, se instaló otra placa en la confluencia de la calle José Laguillo con Arroyo con los Sonetos de la paz en adelante del poeta sevillano Enrique Barrero. Por último, el 13 de julio de 2016, coincidiendo con 19 aniversario del asesinato del concejal popular de Ermua (Vizcaya), Miguel Ángel Blanco, en el parque de la Torre de los Perdigones, en la zona más cercana a la confluencia de las calles Concejal Alberto Jiménez-Becerril y Procuradora Ascensión García Ortiz, se descubrió otra placa también con texto de Barrero en el que se puede leer: «En nombre de la paz, por siempre unidos, vuestros nombres ahora por la vida más allá de la sed de los olvidos».
Además de estos espacios para mantener la memora viva, en la confluencia de la avenida de la Paz y la avenida Alcalde Juan Fernández, el 30 de enero de 2013 se rotuló una glorieta con el nombre de Rotonda Víctimas del Terrorismo. En esta misma zona de la ciudad, entre las calles Poeta Benítez Carrasco y Alfonso Lasso, también se encuentra la glorieta de Miguel Ángel Blanco. Este joven político fue secuestrado y posteriormente asesinado por ETA. Su muerte marcó un antes y un después. Miles de personas se echaron a la calle para protestar por este acto terrorista, una movilización que inundó también el País Vasco.
A estos lugares hay que sumar las calles que llevan el nombre de Concejal Alberto Jiménez-Becerril, Procuradora Ascensión García Ortiz y Coronel Antonio Muñoz Cariñanos, este último fue asesinado en octubre del año 2000, cuando tres etarras irrumpieron en su consulta. Esta se encontraba en la céntrica calle Padre Cañete, que se renombró para honrar al militar asesinado.
A estos espacios se unirán otros, porque el objetivo de la Fundación Jiménez Becerril es que todos los distritos cuenten con un rincón de la memoria y la libertad.
Por su parte, la Asociación Andaluza de Víctimas del Terrorismo ya ha mantenido varios contactos con el Ayuntamiento de Sevilla para que en la que fuera cárcel de La Ranilla o Sevilla 1 se ponga un monolito en homenaje a las víctimas del terrorismo, porque en este lugar se produjo el atentado más sangriento que ha sufrido Sevilla. Fue en 1991 por un paquete bomba que introdujo ETA en el interior de la prisión. Causó la muerte de cuatro personas: un funcionario, dos reclusos y una persona que acudía a la cárcel a ver a un familiar.
Sevilla es una ciudad que tiene memoria y que ni olvida ni quiere olvidar a las víctimas del terrorismo. Para honrar sus memorias se han rotulado glorietas y calles, se han pintado murales, se han inaugurado monolitos y hasta se ha plantado un olivo.
La Fundación Jiménez Becerril, que nació a raíz del asesinato del que fuera concejal del Partido Popular Alberto Jiménez Becerril y de su esposa, la procuradora Ascensión García Ortiz, el 30 de enero de 1998 en la sevillana y céntrica calle Don Remondo, ha sido la impulsora de los rincones de la memoria y de la libertad a todas las víctimas del terrorismo. En junio de 2013 se pintó un mural en el colegio público San Juan de Ribera, que, a pesar del paso del paso del tiempo, sigue presidiendo una de las paredes de este centro escolar del Polígono San Pablo.
En marzo de 2014 se abrió otro espacio en la plaza de la Encarnación, donde se colocó una placa y además se plantó un olivo. Posteriormente, en diciembre de 2015, se instaló otra placa en la confluencia de la calle José Laguillo con Arroyo con los Sonetos de la paz en adelante del poeta sevillano Enrique Barrero. Por último, el 13 de julio de 2016, coincidiendo con 19 aniversario del asesinato del concejal popular de Ermua (Vizcaya), Miguel Ángel Blanco, en el parque de la Torre de los Perdigones, en la zona más cercana a la confluencia de las calles Concejal Alberto Jiménez-Becerril y Procuradora Ascensión García Ortiz, se descubrió otra placa también con texto de Barrero en el que se puede leer: «En nombre de la paz, por siempre unidos, vuestros nombres ahora por la vida más allá de la sed de los olvidos».
Además de estos espacios para mantener la memora viva, en la confluencia de la avenida de la Paz y la avenida Alcalde Juan Fernández, el 30 de enero de 2013 se rotuló una glorieta con el nombre de Rotonda Víctimas del Terrorismo. En esta misma zona de la ciudad, entre las calles Poeta Benítez Carrasco y Alfonso Lasso, también se encuentra la glorieta de Miguel Ángel Blanco. Este joven político fue secuestrado y posteriormente asesinado por ETA. Su muerte marcó un antes y un después. Miles de personas se echaron a la calle para protestar por este acto terrorista, una movilización que inundó también el País Vasco.
A estos lugares hay que sumar las calles que llevan el nombre de Concejal Alberto Jiménez-Becerril, Procuradora Ascensión García Ortiz y Coronel Antonio Muñoz Cariñanos, este último fue asesinado en octubre del año 2000, cuando tres etarras irrumpieron en su consulta. Esta se encontraba en la céntrica calle Padre Cañete, que se renombró para honrar al militar asesinado.
A estos espacios se unirán otros, porque el objetivo de la Fundación Jiménez Becerril es que todos los distritos cuenten con un rincón de la memoria y la libertad.
Por su parte, la Asociación Andaluza de Víctimas del Terrorismo ya ha mantenido varios contactos con el Ayuntamiento de Sevilla para que en la que fuera cárcel de La Ranilla o Sevilla 1 se ponga un monolito en homenaje a las víctimas del terrorismo, porque en este lugar se produjo el atentado más sangriento que ha sufrido Sevilla. Fue en 1991 por un paquete bomba que introdujo ETA en el interior de la prisión. Causó la muerte de cuatro personas: un funcionario, dos reclusos y una persona que acudía a la cárcel a ver a un familiar. – Fuente:
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