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lunes, 18 de marzo de 2019

El síndrome de Estocolmo



El síndrome de Estocolmo es un efecto psicológico que se da en los secuestrados después de haber convivido durante un cierto tiempo con sus secuestradores.
Las personas que padecen este síndrome suelen ser personas débiles que han sido secuestradas, maltratadas, amenazadas de muerte y encerradas en oscuras mazmorras contra su voluntad. Estas personas, durante el cautiverio, nunca tienen el más mínimo conocimiento de lo que les puede deparar su incierto futuro en manos de los indeseables que les han quitado la libertad.


(Angelberto, 17/09/98)

    A pesar de todo el daño que sufren estas víctimas, el curioso efecto del síndrome de Estocolmo provoca que algunos secuestrados acaben sintiendo cierta estima e incluso cariño por sus secuestradores, y no sólo estima y cariño sino también comprensión por su modo de actuar.

    Parece increíble pero es cierto…

    Y analizando lo que hoy está ocurriendo en Euskadi, no queda más remedio que pensar que el fantasma del síndrome de Estocolmo quizá esté flotando sobre algunas cabezas más o menos prominentes del País Vasco cuyos propietarios, increíblemente, han venido mostrando en todos los medios de comunicación durante las últimas horas una exultante e infantil felicidad por la tregua “indefinida” de ETA.

    Me ha parecido extraordinariamente curioso observar como algunas de estas personas están convencidas de que el problema del terrorismo se va a terminar a pesar de la premeditada y evidente “indefinición” de la tregua de ETA.

    Algunas de estas personas, después de condenar -con más o menos tibieza- los cientos y cientos de asesinatos que han provocado los terroristas durante los últimos tiempos, ahora pretenden convertirse en jueces diciendo que ETA ha hablado y que a partir de este momento le toca hablar al Gobierno… Y, seguramente, como el Gobierno no aceptará el chantaje de ETA, sin duda empezarán las críticas, y hasta cabe la posibilidad de que los que se han erigido en “arbitros” acaben diciendo que, en el fondo, los malos no son los terroristas sino los demás, por no aceptar sus exigencias…

    Estas personas, que bien pudieran estar padeciendo una variante del síndrome de Estocolmo, parecen no darse cuenta de que el único “gesto” que ha hecho ese grupo terrorista -al que todos condenamos- ha sido decir que “de momento” no van a matar a nadie hasta ver si se cumplen sus exigencias anticonstitucionales, pero que si no se cumple lo que ellos desean, seguirán matando…

    No veo que nada haya cambiado en la estrategia habitual de ETA.

    Ellos mismos lo han dicho bien claro: Se quedarán con las armas y no dudarán en utilizarlas si -según su particular modo de ver las cosas- fuera necesario.

    ¿Es posible que un demócrata en su sano juicio vea en este “gesto” un deseo de paz?.

    ¿Es posible que un demócrata en su sano juicio no se sienta asqueado por esta nueva amenaza de ETA?.

    ¿Es posible que un demócrata olvide con tanta facilidad tantos viles asesinatos?.

    No puede haber ninguna duda. Es el síndrome de Estocolmo.

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