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miércoles, 1 de junio de 2022

ETA coloca una bomba-trampa para matar policías en Madrid


12 de julio de 2000 - Ocho personas resultan con heridas leves al hacer explosión, a las 6.30, un coche bomba en la calle de Carmen, junto a la plaza de Callao. Los terroristas avisaron en varias llamadas telefónicas sobre la existencia del coche con explosivos.

Todos los establecimientos en un radio de 300 metros sufrieron grandes destrozos, entre ellos dos grandes almacenes. La temprana hora del atentado (las 6.25 de la mañana) evitó una masacre. 

Las cámaras de los comercios y del Ayuntamiento grabaron el momento en que dos activistas de ETA aparcaron el coche-bomba, veinte minutos antes de la explosión. Es la primera pista fiable que se tiene del comando Madrid desde hace varios años. 

El atentado se produce en el tercer aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco. «Preste usted atención: dentro de media hora va a hacer explosión un coche en la calle del Carmen, entre el Corte Inglés y la Fnac». Con estas palabras, un hombre «de mediana edad», según fuentes policiales, que decía hablar en nombre de ETA, alertó a las 6.10 horas de la colocación del coche-bomba en una llamada desde un teléfono móvil a la centralita de la Delegación del Gobierno de Madrid. Casi al mismo tiempo, y desde el mismo teléfono, sendas llamadas a los bomberos y al 091 confirmaron la amenaza. 

Cuatro agentes se desplazaron al lugar, donde descubrieron un Renault 21 de color azul metalizado estacionado bajo la marquesina de El Corte Inglés, en una zona peatonal sólo abierta al tráfico para la carga y descarga nocturna. Era el mismo lugar en el que en junio de 1995 ETA mató a un policía municipal con otro coche cargado de explosivos. 

Los policías, entre los que se encontraba uno de los inspectores que acudió a aquel atentado, no tuvieron tiempo de desalojar la zona y alejar a un repartidor de los grandes almacenes. Tampoco pudieron comprobar que, medio centenar de metros más abajo, dormían entre cartones dos indigentes que se resguardaban del frío de la mañana en los soportales de los grandes almacenes. Pudo ser una masacre El coche-bomba, cargado con 25 kilos de explosivos, estalló a las 6.25, quince minutos antes de que expirara el plazo. 

La temprana hora del atentado evitó una masacre de incalculables dimensiones en la calle comercial por excelencia del centro de Madrid. A esas horas de la mañana sólo los empleados de transporte público, los servicios de limpieza y algún madrugador repartidor circulaban por la zona de Callao. No obstante, la explosión alcanzó a dos indigentes que dormían en los soportales del centro comercial. 

Los hierros retorcidos esparcidos en forma de metralla alcanzaron en la pelvis y en las piernas al vagabundo israelí Saul Golden Blatt, de 52 años, y que tuvo que ser intervenido de urgencia _con pronóstico grave_ en el Hospital Clínico San Carlos. 

En el mismo centro fue ingresado otro sin techo, Francisco Gálvez Terra, de 42 años, al que la onda expansiva le provocó contusiones lumbares y en la tibia. También resultaron heridos leves un transeúnte, una mujer que limpiaba en uno de los establecimientos, el mencionado repartidor y un guarda de seguridad. 

Los cuatro policías sólo sufrieron magulladuras por la caída de cristales. Enormes destrozos La onda expansiva destrozó escaparates y ventanas en un radio de más de 300 metros. 

Más de cien viviendas y cincuenta locales comerciales se vieron afectados. El estallido levantó de cuajo las losas de mármol de los grandes almacenes y envió a cientos de metros de distancia

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