Pasadas las nueve de la noche del 12 de mayo de 1980 la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en el Alto de Azcárate a RAMÓN BAGLIETTO MARTÍNEZ, simpatizante de UCD y exconcejal de Azcoitia.
Ramón Baglietto fue asesinado cuando regresaba a su domicilio desde el establecimiento de muebles que regentaba en Elgóibar. Su automóvil, un Seat 124, fue ametrallado cuando circulaba por la carretera, a unos tres kilómetros de Elgóibar. A consecuencia de los disparos, Baglietto perdió el control del vehículo, que se estrelló contra un árbol. Según parece, los autores del atentado se acercaron al automóvil y, al comprobar que su propietario seguía con vida, lo remataron disparándole a bocajarro.
Un automovilista que pasó poco después dio aviso a la Policía Municipal de Elgóibar, creyendo que se trataba de un accidente. La Guardia Civil de Tráfico inició los trámites del atestado con la misma idea, hasta que se percataron de los orificios de bala en el cadáver, uno de ellos en un ojo. El cuerpo fue identificado poco después por un religioso, familiar de la víctima, que transitaba casualmente por el lugar y se acercó a interesarse por lo sucedido. La Policía recogió varios casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum, marca SK.
Ramón Baglietto era simpatizante de UCD, íntimo amigo de José Txiki Larrañaga Arenas, exalcalde de Azcoitia, que hacía unos dos meses había sido herido gravemente en un atentado en esa localidad. Larrañaga sería asesinado cuatro años más tarde, el 31 de diciembre de 1984, en otro atentado terrorista. Tras el asesinato de Ramón, Jaime Mayor Oreja, secretario general de UCD en Guipúzcoa, manifestó sentir impotencia “ante la sensación de que nos están cazando como a conejos“.
Uno de los terroristas que asesinó a Ramón era Cándido Aspiazu. Lo trágico de esta historia es que a ese terrorista, cuando era un niño, lo salvó Baglietto de ser aplastado por un camión que se llevó por delante a su madre, María Nieves -la mujer del carpintero de Azcoitia-, y a su hermano, José Manuel, de 2 años.
Así lo contó en 2005 Pedro María Baglietto, hermano de Ramón, en la película Trece entre mil de Iñaki Arteta: “En el año 1962, mi hermano estaba precisamente aquí, en la puerta de la tienda que tenía, cuando se dio cuenta de que venía una señora con un niño en brazos y otro agarrado de la mano. Éste llevaba una pelota y, en un momento dado, se le escurrió de la mano, por lo que el niño salió corriendo. En ese momento venía un camión pesado y la madre, instintivamente, fue a proteger al chaval. Mi hermano, perplejo, no tuvo tiempo nada más que de quitarle el niño que llevaba en brazos y de observar con horror cómo la madre y el niño morían aplastados por el camión”. Ese niño a quien Ramón salvó la vida fue el que, dieciocho años después, lo remató con un tiro en la sien. Como contó Pedro María, su hermano tenía la impresión de que le seguían desde hacía varios días e, incluso, le contó a su mujer, Pilar Elías, que sabía quién le estaba siguiendo.
El día del atentado “cuando se dio cuenta de que Cándido [Aspiazu] venía detrás, en el coche, aceleró y le sacó una gran ventaja”. Pero en la siguiente curva de la carretera, otros dos terroristas ametrallaron el coche, alcanzándole en el pecho y provocando que el coche chocara contra un árbol. “Entonces Cándido aparcó tranquilamente, empuñó una pistola (…) apuntó fríamente a la sien de mi hermano y disparó. Era el 12 de mayo de 1980. Eran las nueve de la noche. Llovía torrencialmente“.
Cinco días después, el 17 de mayo, detenían a Cándido Aspiazu Beristain y a su amigo Juan Ignacio Zuazolazigorraga Larrañaga. En 1981 la Audiencia Nacional les condenó a sendas penas de 49 años de prisión mayor, de las que sólo cumplieron 12. Salieron de prisión en 1995 al serles aplicadas las redenciones de condena previstas en el Código Penal de 1973. Además, se tuvo en cuenta que, supuestamente, se habían desvinculado de la banda terrorista, cosa que posteriormente se demostró que no era verdad.
En 2004, Cándido Aspiazu abrió un negocio de cristalería junto a la casa de la viuda de Baglietto, Pilar Elías, lo que le obligaba a cruzarse con el asesino de su marido a diario, cada vez que entraba o salía de su domicilio. No era una casualidad. Así lo piensa Pilar: “Yo nunca lo he visto como casualidad. Es una forma de incordiarme. De acobardarme. Él era carpintero, como su padre, y trabajaba en una tienda de decoración de Azpeitia. Y de la noche a la mañana se convierte en cristalero“.
El escándalo que suscitó esta situación hizo que la Audiencia Nacional ordenase la subasta del negocio del asesino para hacer frente a las indemnizaciones que la sentencia de 1981 le había impuesto (10 millones de pesetas más los intereses desde 1981). En 2008 se procedió a la subasta, quedándose la mujer de Aspiazu con el negocio y abonando al Estado una cantidad que no cubría el total de esa indemnización. Por otra parte, en 2006 Tele5 realizó un reportaje con cámara oculta que demostró que los dos asesinos de Ramón seguían apoyando al entorno proetarra.
Ramón Baglietto Martínez tenía 42 años y había nacido en Bilbao, aunque su familia se instaló en Éibar poco después. Propietario de un establecimiento de muebles en Elgóibar, residía con su mujer, Pilar Elías, y sus dos hijos, de 13 y 9 años, en Azcoitia. En el momento del atentado colaboraba con UCD, partido en el que militaban dos de sus hermanas. Ramón Baglietto era íntimo amigo del ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja. Su viuda, Pilar, recuerda a Ramón como un hombre “bromista, juerguista también. Maravilloso en todos los sentidos.
Jamás, jamás, yo creo que no encontraré a otro como él. Él tenía 42 años y yo tenía 37.
En lo mejor, en lo mejor, en lo mejor, me lo quitaron… Menos mal que me quedaron dos hijos maravillosos”. Pilar, siguiendo el compromiso político de su marido, fue elegida concejal por el Partido Popular años después. Mujer valiente, se ha convertido en un símbolo de la resistencia al terror.
En 2001 encontró un paquete sospechoso en el buzón de su casa; era un libro bomba.
Sus hijos le pidieron que lo dejara todo y se marchara de allí, pero ella decidió quedarse. También lo contó en el documental Trece entre mil: “Yo no me marcho de aquí… Por José, por Ramón y por muchos compañeros que se han ido, por todos ellos vamos a luchar”.
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