Miles de vascos piden la dimisión del ‘lehendakari’ y gritan contra “los fascistas de HB”
Vitoria 22 de febrero del 2000
Una furgoneta cargada con más de 20 kilos de explosivos puso fin ayer en el campus universitario de Vitoria a la vida del portavoz del PSE en el Parlamento vasco, Fernando Buesa, de 53 años, casado y con tres hijos, y a la del ertzaina que le escoltaba, Jorge Díez Elorza, de 26 años y soltero. Los terroristas de ETA tenían a la vista al parlamentario y su escolta cuando a las 16.38 accionaron el mando a distancia que provocó la explosión y la muerte instantánea del ex vicepresidente del Gobierno autónomo, uno de los políticos más críticos con la banda y su entorno político. Buesa había salido de su domicilio en compañía de su hijo, del que acababa de despedirse. Cinco horas después, el lehendakari, Juan José Ibarretxe, anunciaba en una comparecencia institucional que su Ejecutivo, reunido en sesión extraordinaria, ha decidido romper “a todos los efectos” el pacto parlamentario que mantenía con EH desde el 18 de mayo de 1999 y que ya había quedado suspendido tras el anterior atentado mortal de ETA, el 21 de enero de este año, en Madrid y también con coche bomba, contra el teniente coronel Pedro Antonio Blanco.
El presidente del Gobierno central, José María Aznar, había manifestado poco antes de la intervención de Ibarretxe que los ciudadanos esperaban “respuestas claras, sin tibiezas, sin ambigüedades; respuestas que distingan claramente a los que están con los que matan de los que están con los que mueren”. La ruptura con EH, que, en su línea habitual, se ha negado a condenar el doble asesinato, no le parece suficiente a La Moncloa, como anoche se encargaba de precisar el portavoz Josep Piqué, quien exige al PNV que salga de su silencio y se aparte con claridad de los grupos que apoyan y jalean el terrorismo “en todas las instituciones”.
El asesinato de Buesa es el segundo tras la ruptura de la tregua, el 3 de diciembre pasado, y el segundo también de un miembro de la Cámara vasca (hace cuatro años ETA mató a Gregorio Ordóñez, entonces hombre fuerte del PP), y se produce en vísperas del inicio de la campaña de las elecciones generales, que echará a andar mañana a las 12 de la noche.
La furgoneta bomba, una Renault Express blanca robada hace cerca de un año, estaba aparcada en el cruce de las calles Agirre Miramón y Nieves Cano, en pleno campus, rodeado de un instituto de educación secundaria y dos centros de estudios superiores. Una esquina por la que el político socialista pasaba a diario, junto a cientos de estudiantes que apenas veinte minutos después hubieran abandonado las aulas. A pesar de que Buesa estaba amenazado -su nombre aparecía como objetivo de ETA en documentos de distintos grupos del comando Araba, que le habían seguido los pasos en 1995-, seguía haciendo el mismo recorrido para llegar y salir de su domicilio.
Ayer se dirigía a una reunión del comité electoral del PSE. Tres minutos después de despedirse de su familia perdió la vida destrozado por el impacto de la bomba. Murió al instante. Su escolta, el ertzaina Jorge Díaz Elorza, el noveno agente vasco que asesina ETA, todavía vivía. Ocho minutos después, un policía nacional asistía a su último suspiro. Varios trabajadores le habían trasladado en una valla de señalización para facilitar el trabajo a la ambulancia que estaba en camino. El cuerpo de Buesa quedó a cinco metros del lugar de la explosión; el de Díaz Elorza fue desplazado por la onda expansiva 150 metros más allá.
Gritos contra Ibarretxe
La explosión provocó heridas leves a una mujer de 51 años, que acudió por su propio pie al hospital de Santiago, y la rotura de los cristales de un chalé al otro lado de la calle y de las ventanas del instituto Federico Baraibar, donde también resultaron lesionados varios alumnos. Muchos de ellos, que se habían echado a la calle asustados, asistieron en medio de escenas de nervisosismo al dramático espectáculo que ETA acaba de provocar a tan sólo 200 metros de la sede del Gobierno vasco, donde el portavoz Josu Jon Imaz ofrecía una rueda de prensa que quedó inmediatamente suspendida ante el desconcierto generado por el estruendo.
El atentado contra Buesa ha merecido la inmediata reacción de repulsa internacional y la suspensión de todos los actos de la precampaña del 12-M, y ha desencadenado un ambiente de gran tensión en la ciudadanía del País Vasco. De hecho, ayer, cuando Ibarretxe anunciaba la ruptura con EH, en el exterior de la sede de la Presidencia se concentraban unas 300 personas pidiendo la dimisión del lehendakari. Antes, en la plaza de Correos, lo habían hecho varios miles, que también dieron gritos contra los “fascistas de HB”.
La banda terrorista ya había intentado el 3 de enero un ataque similar contra una patrulla de la Guardia Civil en Bilbao. La operación se frustró y fueron detenidos varios terroristas, pero 18 días después ETA conseguía asesinar al teniente coronel Pedro Antonio Blanco en Madrid, ciudad en la que antes había planeado otros dos atentados con coche bomba.
Entre un asesinato y otro ha pasado un mes exacto. El tiempo que han tardado los escépticos en ver confirmado que la ruptura de la tregua anunciada el 28 de noviembre de 1999 era real. ETA ha vuelto a matar, y esta vez en Euskadi, a un oponente político que el pasado viernes vencía en un debate parlamentario sobre la violencia callejera a los partidos del Gobierno de Ibarretxe, PNV y EA, con un discurso muy crítico contra la alianza que ambos partidos nacionalistas mantenían con EH y que ayer el lehendakari optó al fin por romper. Gobernarán en minoría.
La capilla ardiente con los restos mortales de Buesa se abrirá hoy a las 10.00 en la sede del Parlamento autónomo. A las 19.00, el cortejo fúnebre recorrerá varias calles de la ciudad. El funeral lo oficiará en la catedral el obispo de Vitoria, Miguel Azurmendi. Estará presente José María Aznar, quien ayer transmitió su condolencia al secretario general del PSOE, Joaquín Almunia.
Tres días de luto
Será la primera de las tres jornadas de duelo que ha decretado Ibarretxe, y ni en Euskadi ni en el resto de España habrá actividad política alguna. Todas las formaciones e instituciones vascas, incluida la Universidad, han suspendido su actividad.
El atentado se produjo a tres días del inicio de la campaña del 12-M y la víspera del décimosexto aniversario del asesinato del senador socialista Enrique Casas.
ETA ha utilizado ya en otras ocasiones las campañas y las precampañas electorales para intentar condicionar la voluntad de los ciudadanos. Una estrategia que ha llevado a Fernando Buesa a convertirse en el tercer dirigente socialista asesinado por la banda en plena convocatoria electoral. Casas perdió la vida en 1984 durante la campaña de las autonómicas. En 1996, en fechas próximas a las elecciones generales, fueron asesinados el socialista Fernando Múgica y el catedrático Francisco Tomás y Valiente. En 1995, en la precampaña de las autonómicas y municipales del 28 de mayo, ETA intentó matar a Aznar, entonces líder de la oposición.
El secretario general del PSE, Nicolás Redondo, animó ayer a sus compañeros de partido a “no dar un paso atrás”. Tras una reunión de urgencia de la ejecutiva del PSE, dijo que este partido va a seguir defendiendo “como él [Buesa] hacía, todos los principios democráticos con arreglo a la Constitución y el Estatuto”. Reconoció que el asesinato va a provocar mucho llanto entre los compañeros del partido, pero advirtió de que a pesar del dolor, van a ser “radicales en la defensa de la democracia”.
Los socialistas vascos reunieron ayer en la capital alavesa a las 8 de la tarde a miles de ciudadanos en la plaza de Correos. En la concentración, en medio de un ambiente crispado y tenso, se dieron gritos contra ETA, HB y el Gobierno vasco. Estuvieron presentes, entre otros, el presidente del Congreso, Federico Trillo; el ministro del Interior, Jaime Mayor; el ex lehendakari José Antonio Ardanza, y cuatro consejeros.
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