Iturgaiz pide al PNV que mande a sus militantes a los mítines del PP y PSOE para que hagan de escudos humanos frente a posibles atentados
CARMEN GURRUCHAGA
SAN SEBASTIÁN.- El peregrinar de la familia de Gregorio Ordóñez de iglesia en iglesia para conseguir que una de ellas aceptase celebrar la misa funeral en memoria del que fuera el primer político asesinado por ETA militar se detuvo este año en la capilla de las Siervas de María, que sí permitió que su capellán oficiara ayer el acto religioso.
Consuelo Ordóñez, hermana del dirigente popular asesinado hace seis años por ETA, se dirigió en primer lugar a la parroquia que le correspondía a Goyo como feligrés, la de la Sagrada Familia del barrio de Amara. El párroco argumentó que no podía hacer una misa única para él y que, en todo caso, debería ser anónima, citando como mucho, el nombre de Ordóñez entre otros fallecidos.
Un vecino, indignado al conocer la respuesta del cura, aseguró a este periódico que se pensaba dar de baja y no pagar las 4.000 pesetas de cuota mensual. «Lo peor es que seguro que Gregorio, que iba a misa todos los domingos porque era un creyente, también pagaba esa cantidad», manifestó.
Ante este rechazo, la familia Ordóñez pidió que se oficiara la misa en el campus guipuzcoano de los jesuitas de Deusto (EUTG) y la contestación fue también negativa. El obispado donostiarra justificó ayer mismo la decisión de ambas parroquias, argumentando que en las misas se recuerda a todos los fieles que hayan fallecido cuando lo piden las familias y no a uno solo en particular. A los Ordóñez y a los amigos les vino a la memoria que, desde el primer aniversario de la muerte de Goyo, todos los años han tenido problemas para conseguir un representante de la Iglesia que oficiara la ceremonia.
El primer año fue el ex obispo de San Sebastián José María Setién quien se negó a hacerlo por «no politizar un acto eminentemente religioso». Se olvidaba el prelado donostiarra de los oficios permitidos para honrar a miembros de ETA muertos o de cómo él mismo dejó los bajos de su catedral para que los familiares de presos de ETA organizaran en ellos su cuartel general durante muchos meses.
En este caso, quizás la explicación fuera la frase pronunciada por el propio Setién a María San Gil y María José Usandizaga cuando fueron a pedirle explicaciones: «¿Pero quién os ha dicho a vosotras que un padre quiere a todos los hijos por igual?». Setién todavía no ha dado ninguna explicación ni ha pedido disculpas a estas dos concejalas del PP en la capital donostiarra.
Aquel año, quienes quisieron homenajear a Gregorio Ordóñez tuvieron que pasar el mal trago de entrar en la Parte Vieja -en esa época los populares todavía no llevaban escolta-, porque fue el párroco de la iglesia de Santa María el que accedió a dar la misa.
San Gil también denunció ayer: «A los homenajes en los cementerios no vienen sacerdotes porque no hay mucho ‘voluntario’ y somos nosotros mismos los que rezamos el padrenuestro».
El Obispado de San Sebastián, por su parte, emitió ayer una nota en la que aseguraba que «ninguna parroquia de esta diócesis niega la celebración de eucaristías de aniversario a feligreses difuntos, aunque la práctica común es que en éstas se encomiende conjuntamente a otros fallecidos». Otro escollo que hubo que salvar ayer en el homenaje que los populares querían hacer a su compañero fue el del responso en el camposanto. En las mentes de todos estaba lo sucedido hace unos días en el cementerio de Zarautz cuando la cúpula vasca del PP realizaba una ofrenda en memoria de José Ignacio Iruretagoyena, concejal de ese pueblo asesinado por ETA. La banda terrorista colocó un artefacto en la maceta situada al lado de la lápida, que finalmente no explotó.
Para evitar que ayer volviera a suceder lo mismo, Carlos Iturgaiz había pedido al consejero de Interior del Gobierno vasco, Javier Balza, que garantizara la seguridad, «pero todos los días y no sólo en días excepcionales como hoy [por ayer]».
Ciertamente, ayer, en el cementerio donostiarra de Polloe la presencia de agentes de la Ertzaintza dentro y fuera del cementerio era enorme. Un helicópterosobrevolaba la zona yla Guardia Civil colocó controles en las inmediaciones del lugar. Había también policías autónomos en algunos tejados y otros, camuflados, de paisano.
«Hasta hoy ningún miembro del Gobierno vasco ha dicho nada respecto a lo que pudo suceder en Zarautz y es evidente que los cargos públicos del PP deben tener la misma libertad que los que son nacionalistas», señaló. El presidente del PP vasco recordó que hace escasos días, en la declaración hecha por el lehendakari Juan José Ibarretxe en Gernika había un punto en el que se comprometía a ejercer la solidaridad activa con populares y socialistas.
Acompañamiento
Así pues, Iturgaiz le pidió que esa solidaridad activa se plasme de forma efectiva y envíe militantes del PNV que acompañen a los políticos amenazados del PP y PSOE en sus mítines a modo de «escudos humanos, ya que los nacionalistas saben, porque ETA así lo ha dicho, que no va a pasarles nada».
Le sugirió que, como prueba de fuego, acudieran ayer a Polloe junto a San Gil, el secretario general del PP, Javier Arenas; el portavoz del partido, Rafael Hernando y el del PP en el Congreso, Esteban González Pons, entre otros.
Por su parte, el consejero de Interior del Gobierno vasco, Javier Balza, respondió que no hacen falta escudos humanos «sino profesionales que conozcan su trabajo» y opinó que la actuación de la Ertzaintza «está siendo ejemplar, como lo demuestra la desactivación del explosivo de Neguri».
Consuelo Ordóñez habla de la «venganza de los muertos»
MADRID.- Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio, concejal del PP asesinado por ETA hace ayer seis años en San Sebastián, aseguró que «muchas cosas buenas que están pasando, como los últimos fallos de ETA y la reacción social, son la venganza de los muertos».
DIARIO EL MUNDO (24 de enero de 2001)
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